Todavía faltan muchos meses para que volvamos a acordarnos de ellos, pero lo cierto es que los edredones nórdicos se convierten en nuestros mejores aliados durante las noches frías del invierno. Por muchas mantas con las que nos envolvamos, ninguna conseguirá el mismo efecto calorífico que un edredón de este tipo, ni nos proporcionará un descanso más agradable, a salvo de resfriados y enfriamientos.
Podemos encontrar edredones destinados a cubrir la cama o incluso la almohada; la combinación de ambos nos protegerá del frío de manera completa. Tanto en un caso como en otro, existen diferentes tipos según el material del que estén confeccionados.
- Fibra o acrílico: en la actualidad, la composición de estos materiales se ha mejorado mucho, y ahora poseen un alto grado de transpiración y elasticidad. Algunos, incluso, se fabrican con componentes antialérgicos y repelentes de ácaros.
- Pluma: es el material natural por excelencia, y el primero que se empleó para los edredones nórdicos. Por su forma, la acumulación de plumas consigue crear una cámara de aire con un efecto aislante que mantiene cálida la temperatura del cuerpo que recubre.
- Plumón: es muy similar a la pluma, pero no tiene tanta solidez como la pluma. Esto permite evitar que el calor se filtre, y por tanto se muestra más eficaz a la hora de mantenerlo.
Los tres tipos están ordenados según su coste: los edredones de fibra o materiales acrílicos son más económicos, y los de plumón son los que resultan más caros. A la hora de escoger uno u otro, debemos dejarnos guiar por lo “frioleros” que seamos; merece la pena hacer un mayor desembolso para pasar un invierno tranquilo.