No existe una “fórmula mágica” que nos diga cómo debemos dormir para conseguir el descanso reparador que todos ansiamos. Se suele decir que la mejor es la postura lateral, pero cada persona tendrá una sensación diferente al respecto. Hemos visto la gran importancia que tiene escoger sabiamente la tríada de elementos imprescindibles: colchón, somier y almohada. Sin embargo, también debemos saber detectar si nuestro cuerpo está adquiriendo vicios negativos a la hora de dormir, aunque sea de modo involuntario. Corregirlos a tiempo es la base para evitar problemas físicos inesperados.
La norma general es que tenemos que dormir en una postura natural, que recuerde al modo en que estamos de pie. Es inevitable movernos durante el sueño, pero puede evitarse, en cierta medida, si además de la almohada bajo el cuello nos colocamos una entre las piernas. Esto resulta indicado para las personas especialmente inquietas mientras duermen, que a causa de ello se despierten con dolores en la espalda o en las extremidades inferiores.
Por supuesto, además de lo mencionado es necesario que nuestra postura no nos produzca malestar a la hora de respirar o nos constriña la circulación sanguínea. En caso de tener alguna afección respiratoria, lo mejor es utilizar otra almohada bajo el cuello, además de la normal. Existen modelos de almohadas diseñadas específicamente para favorecer el descanso en las zonas lumbares y facilitar la respiración.
Las almohadas cervicales son recomendables para personas de cualquier edad, pero especialmente para quienes padezcan de artrosis o dolores crónicos en el cuello.